Columna del sábado 15 de marzo de 2008
César Pérez Méndez
cperez@elquetzalteco.com.gt
VERITAS
Como cuando las bellas mujeres hablan de los hombres; no todos son infieles. Traigo a colación este comparativo porque me parece oportuno y razonable al referirme a los agentes de la Policía Nacional Civil, PNC.
Comencemos porque la institución encargada de la seguridad pública ha sido de las más señaladas y sancionadas moralmente por la Procuraduría de los Derechos Humanos, PDH. Esta situación condena a los policías al descrédito y los sitúa en un escenario donde priva la desconfianza.
El caso de las joyas, por ejemplo, desató cualquier tipo de crítica y señalamiento contra la PNC, tomando en cuenta que tres agentes de su Servicio de Análisis e Investigación Antinarcótica, SAIA, fueron señalados de haberlas sustraído de un inmueble registrado porque se presumía que encontrarían drogas.
Cuál es el resumen, que si los policías van tras los delincuentes y ellos terminan siendo ladrones, ¿Qué se puede esperar? o ¡Qué no se puede esperar!
Bajo esta descripción, le pregunté al comisario Carlos Leonel Orellana Franco, jefe distrital de la PNC, ¿qué se puede hacer para mejor la imagen de la institución? Su respuesta fue clara y lógica: también son humanos, así que hay malos y buenos; ojalá los segundos fueran más, como decía un aspirante a la Presidencia.
Lo que este alto jefe de la Policía recomienda a la población es pensar que no todos son malos; pero pide que no callen y que denuncien todo hecho al margen de la ley, porque el caso de estos tres policías capturados, confirma que tampoco es que sean intocables.
Este asunto es como todo y en todo, siempre hay tomates podridos en una caja, por más selección –integridad- que se pretenda.
Aunque a mi parecer, algo y pronto debe hacer la Policía para recobrar la confianza de la población; según la encuesta electrónica de www.elquetzalteco.com.gt, sobre ese nivel de confianza: el 74% dice que muy bajo, el 19% bajo, 6% medio y 1% alto.
Aumentarles el salario no creo, puede ser una motivación, pero no cambiaría la conducta, por ello fomentar los valores es primordial.
Y si queremos que se reestablezca la seguridad, démosle un chance de confianza a los uniformados; no seamos como los que sin motivo los insultan, demos lo que esperamos.
PUNTO FINAL. Me dio mucho gusto el cambio de actitud de los encapuchados del CUNOC –no “pintas” ni daños-, así hasta da orgullo decir que uno se graduó en la USAC.