VERITAS
Le cuento que el auxiliar departamental del Procurador de los Derechos Humanos, Carlos Martínez, no está nada ahuevado (término que WordReference.com Diccionario Español, reconoce como acobardado - amedrentado) a pesar que en una caja le mandaron dos huevos de toro.
Lógicamente es una amenaza directa y que el funcionario lo satiriza al decir que fue “un regalo”; lo malo, me dijo, es que no sabe cuál es el mensaje, porque no llevaba ninguna nota. La caja fue hallada en la puerta de su oficina, en el inicio de labores de la semana. Como iban sangrando, puede que el mensaje sea de muerte o que le insinúen que le falta valor; aunque los 250 expedientes que ha tratado, en lo que va del año, dicen lo contrario, porque generalmente ha emitido resoluciones condenatorias; claro, de carácter moral, porque la Procuraduría no pasa de eso.
La pregunta que Martínez debe resolver es de dónde vino la cajita, quién la mandó y por qué. La tercera interrogante es fácil de resolver, porque sin duda se trata de una intimidación; de dónde vino, igual, porque tuvo que haber salido de un rastro cercano. Pero, quién lo mandó, hay varios sospechosos y sospechosas, principalmente en los casos recientes donde ha intervenido.
Así como pudo haber sido gente que ha perdido el chance por la resolución de la Procuraduría, hasta uno que otro marido bravucón que esté molesto porque el auxiliar haya ordenado seguridad a su cónyuge por violencia intrafamiliar.
Lo cierto es que no se autoenvió la caja, ni es por clavos de traiditas, porque le pregunté si descartaba estos extremos y me confesó que “nada que ver”; porque también pasa y ha pasado que la gente quiere llamar la atención o desviarla.
En medio de tantos expedientes, el amenazado tiene unos cuantos en la mira respecto a de dónde pudo venir esta cobardía, como del número 7765 (me reservó los últimos cuatro dígitos) de donde lo han llamado para decirle que sus días están contados. Así como estas cosas, además de los mensajes que le han enviado a su celular, ya están en manos del Ministerio Público, MP, aunque el mismo auxiliar duda que hagan mucho, tomando en cuenta que el día que llegaron a recoger “el regalo” ni siquiera tomaron huellas dactilares en el lugar.
Por ello, me parece atinada la conclusión de Martínez cuando dice que más que intimidarse se siente fortalecido. ¡Qué tal!
PUNTO FINAL. La Procuraduría de los Derechos Humanos, PDH, en Quetzaltenango, además de los 250 expedientes que ha tratado en lo que va de 2008, el año pasado conoció 750.
Le cuento que el auxiliar departamental del Procurador de los Derechos Humanos, Carlos Martínez, no está nada ahuevado (término que WordReference.com Diccionario Español, reconoce como acobardado - amedrentado) a pesar que en una caja le mandaron dos huevos de toro.
Lógicamente es una amenaza directa y que el funcionario lo satiriza al decir que fue “un regalo”; lo malo, me dijo, es que no sabe cuál es el mensaje, porque no llevaba ninguna nota. La caja fue hallada en la puerta de su oficina, en el inicio de labores de la semana. Como iban sangrando, puede que el mensaje sea de muerte o que le insinúen que le falta valor; aunque los 250 expedientes que ha tratado, en lo que va del año, dicen lo contrario, porque generalmente ha emitido resoluciones condenatorias; claro, de carácter moral, porque la Procuraduría no pasa de eso.
La pregunta que Martínez debe resolver es de dónde vino la cajita, quién la mandó y por qué. La tercera interrogante es fácil de resolver, porque sin duda se trata de una intimidación; de dónde vino, igual, porque tuvo que haber salido de un rastro cercano. Pero, quién lo mandó, hay varios sospechosos y sospechosas, principalmente en los casos recientes donde ha intervenido.
Así como pudo haber sido gente que ha perdido el chance por la resolución de la Procuraduría, hasta uno que otro marido bravucón que esté molesto porque el auxiliar haya ordenado seguridad a su cónyuge por violencia intrafamiliar.
Lo cierto es que no se autoenvió la caja, ni es por clavos de traiditas, porque le pregunté si descartaba estos extremos y me confesó que “nada que ver”; porque también pasa y ha pasado que la gente quiere llamar la atención o desviarla.
En medio de tantos expedientes, el amenazado tiene unos cuantos en la mira respecto a de dónde pudo venir esta cobardía, como del número 7765 (me reservó los últimos cuatro dígitos) de donde lo han llamado para decirle que sus días están contados. Así como estas cosas, además de los mensajes que le han enviado a su celular, ya están en manos del Ministerio Público, MP, aunque el mismo auxiliar duda que hagan mucho, tomando en cuenta que el día que llegaron a recoger “el regalo” ni siquiera tomaron huellas dactilares en el lugar.
Por ello, me parece atinada la conclusión de Martínez cuando dice que más que intimidarse se siente fortalecido. ¡Qué tal!
PUNTO FINAL. La Procuraduría de los Derechos Humanos, PDH, en Quetzaltenango, además de los 250 expedientes que ha tratado en lo que va de 2008, el año pasado conoció 750.
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