Columna del sábado 21 de junio de 2008
César Pérez Méndez
cperez@elquetzalteco.com.gt
VERITAS
Los escándalos que acontecen en el Congreso de la República no deben ser ajenos a los quetzaltecos, si siete de los 158 legisladores son representantes de las más de 700 mil personas que viven en el departamento de Quetzaltenango.
Está de más decir que el Legislativo ha caído, por la mano del hombre, del diputado, a los fangos del descrédito, desprecio y hasta provoca la ira de la población, que ve como una vez más todo es de lo mismo. Putrefacto.
No creo que este organismo del Estado sea el único corroído, aunque en estos momentos atraiga las miradas por el desvío de los Q82.8 millones. Puede que ahí se den los transes más gruesos, pero igual o peor ha de estar el Ejecutivo; lo que pasa es que nadie lo ha descubierto, todavía, a pesar que muchos lo han de saber, pero prefieren callar.
Talvez, el menos corrupto, pero no exento, de los tres, es el Judicial. Porque para el caso del Congreso, la Presidencia y sus ministerios, aunque haya gente buena, dos o tres, muchos enloquecen al ver, tener acceso y poder manejar sumas exorbitantes. Si sólo por comisiones corren millones de quetzales.
Pero todo es otra cortina de humo, porque antes de esto, los ojos de la población o, por lo menos, de quienes tienen acceso a los medios de comunicación, estaban puestos sobre las irregularidades –nepotismo y corrupción- en el manejo del Registro Nacional de Personas, RENAP. Y antes de eso, el escándalo era todo el relajo por la construcción y ampliación del aeropuerto internacional La Aurora, que en palabras del presidente Colom, “fue legal, pero no moral”, porque no era una prioridad en la extensa lista de necesidades.
De todo esto, lo sabido es que no pararán y ya no se sabe qué más vendrá, porque hasta deja de sorprender lo que hace la clase política del país. Se seguirán comiendo entre ellos, anaranjados y verdes, porque la lucha por llegar al poder es férrea, pero la estancia en el mismo es salvaje. Yo diría que ni uno ni otro bando tiene la razón, menos la solución; porque si de sanear esto se tratara, sólo cerrando las puertas del Congreso se lograría.
Y mientras todo este escándalo pasa, porque no es lo único que preocupa, hay empresarios nacionales que, en lugar de invertir su capital lo están sacando del país, porque con el comportamiento de las autoridades nada está garantizado.
PUNTO FINAL. Ojalá los siete diputados quetzaltecos no se enfoquen en la trifulca que tienen sus líderes, sino en ver qué necesita Quetzaltenango, porque por aquí, últimamente no se les ha visto.
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