Columna del sábado 28 de octubre de 2006
César Pérez Méndez
cperez@elquetzalteco.com.gt
VERITAS
Conozco personalmente a la protagonista de la noticia publicada el jueves último, en la página 10 de elQuetzalteco: “Dos horas de pánico narra una pasajera”.
Cuando me contó lo que había vivido, detalle a detalle, con sus ojos asiáticos cristalizados por la mezcla de sentimientos, además de solidarizarme con ella, me enfadé mucho, porque no es la primera vez; meses atrás, observé el desenlace armado de un asalto a pasajeros del transporte urbano, en una gasolinera de la zona tres altense.
El relato de la joven es para asustar a los miles de quetzaltecos que a diario, por necesidad, tienen que subirse a los buses y microbuses que circulan en la ciudad. Haber abordado el bus en la 19 avenida de la zona tres y que al llegar a la avenida Las Américas, en la misma zona, los delincuentes hayan secuestrado la unidad, es como para confirmar que ya ningún lugar es seguro.
Evidentemente los ladrones están organizados, más que los policías, porque atreverse a raptar una unidad con pasajeros a bordo, es porque al menos son tres y van armados.
Gracias a Dios, la amarga experiencia quedó en eso y en la irrecuperación de objetos personales de valor, digo esto, porque en otros hechos, las víctimas femeninas han sufrido vejámenes horrendos.
Qué más pasó, no se sabe, porque los asaltantes bajo amenazas de muerte, después de desalojarlos de sus pertenencias, dejaron parados en la oscuridad a los pasajeros; luego, transcurridos 120 minutos de pánico, la joven fue bajada del microbús, ¿y el piloto?, no se sabe. Quisiéramos creer que no era cómplice de los malhechores. De ser una víctima más, el chofer no presentó la denuncia; no aparece en los registros de la Policía Nacional Civil, PNC.
Eso es lo que lamentablemente sucede, que la población no tiene cultura de denuncia, como la amiga, sólo reportó el robo de documentos, para tramitar la reposición. Claro, no hay contra quien proceder, pero se debe dejar constancia.
Ante la ausencia de denuncias, la tarea es de la PNC, la institución debería hacer sus investigaciones, porque los asaltos son más frecuentes de lo que nos imaginamos.
El caso que presencié, por ejemplo, terminó en una balacera. El piloto respondió con disparos e hirió a uno de los delincuentes; pero no se trata de quién los contraataca, sino de prevenir los hechos.
PUNTO FINAL. En el tema de los asaltos a pasajeros del transporte urbano tienen mucho que ver las autoridades que permiten la anarquía en el servicio. Ese desorden facilita que pilotos de unidades piratas manden en las calles.
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