El escritor y periodista argentino, murió el domingo reciente a los 75 años, era uno de los más destacados profesionales a la hora de fusionar la crónica periodística y la literatura, recuerda La Voz de Argentina.
Tomás Eloy Martínez era el periodista más leído y traducido de Argentina, y a “este oficio le dedicó su pasión”, resume El Universal. Empezó su carrera como corrector en La Gaceta de Tucumán (que recuerda sus primeros pasos en el mundo del periodismo aquí) y al momento de su muerte era columnista de La Nación, El País y el New York Times.
Calificado como “maestro de reporteros”, jugó un papel clave en la creación de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI, que preside Gabriel García Márquez), donde también dictó varios talleres.
“En los últimos tiempos, los azotes que recibe el [periodismo] por parte de los que lo malversan le traía a mal traer; de Internet le apasionaba la rapidez con que podía circular la información, pero le inquietaban las posibilidades de dispersar rumores y errores que nadie contrastaba. [...] pero consideraba que el periodismo podía superar esos sarampiones y seguir siendo, como diría su amigo García Márquez, el mejor oficio del mundo”, escribe Juan Cruz, de El País. Fuente: Periodismo en las Américas
Tomás Eloy Martínez era el periodista más leído y traducido de Argentina, y a “este oficio le dedicó su pasión”, resume El Universal. Empezó su carrera como corrector en La Gaceta de Tucumán (que recuerda sus primeros pasos en el mundo del periodismo aquí) y al momento de su muerte era columnista de La Nación, El País y el New York Times.
Calificado como “maestro de reporteros”, jugó un papel clave en la creación de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI, que preside Gabriel García Márquez), donde también dictó varios talleres.
“En los últimos tiempos, los azotes que recibe el [periodismo] por parte de los que lo malversan le traía a mal traer; de Internet le apasionaba la rapidez con que podía circular la información, pero le inquietaban las posibilidades de dispersar rumores y errores que nadie contrastaba. [...] pero consideraba que el periodismo podía superar esos sarampiones y seguir siendo, como diría su amigo García Márquez, el mejor oficio del mundo”, escribe Juan Cruz, de El País. Fuente: Periodismo en las Américas
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