Columna publicada en elQuetzalteco, el sábado 15 de mayo de 2010
Por César Pérez Méndez
cperez@elquetzalteco.com.gt
VERITAS
Imposible no escribir hoy sobre Xelajú y su posibilidad, esta noche, para coronarse campeón, por quinta ocasión, del futbol guatemalteco.
En este periódico y en los demás medios de comunicación, leemos, escuchamos o vemos mucho sobre los actores o estrellas; es decir, los 11 jugadores que se adueñan de la cancha; pero, ¿y usted?, el más importante, el quetzalteco, radicado aquí o en cualquier parte del mundo, quien ama su terruño y la insignia llamada Xelajú.
Usted es aficionado, apegado, admirador, seguidor y hasta devoto; por ello, hoy más que nunca es protagonista y clave, porque de su algarabía, animación y apoyo dependerá en gran medida el resultado de esta noche ante Municipal.
La cita de esta vez tiene algo de más, se pone en juego no sólo el título de campeón nacional, sino que está de por medio la identidad altense frente al dominio que pregonan los capitalinos.
Porque más allá de aficionado, cuando del Xelajú se trata, el quetzalteco es fiel, apasionado, exaltado, fogoso, acalorado, celoso, ardiente y vehemente. Es único. No en vano los seguidores del rebaño son considerados como la mejor afición centroamericana.
Por eso me gustaría saber qué quiere usted, como aficionado, para tratarlo bien, como se lo merece. Para esto, recuerdo haber leído una encuesta realizada por servicios SMS -mensajes vía teléfono celular- a 1,259 aficionados, 91 por ciento hombres, de 150 clubes de futbol, en Inglaterra. Adivine qué, lo primero que querían, un 30 por ciento, que redujeran los precios de los boletos; por eso tengo mis serias dudas ahora que el ingreso para ver la final local cuesta entre Q200 y Q300. Y, le seguía el deseo de un buen arbitraje.
Hablando de aficionados, como soñar no cuesta, ¿quién no ha soñado en algún momento comprar un equipo de futbol para dirigirlo a su antojo, hacer contrataciones y administrar las finanzas del club?
Como el aficionado que me contó que anoche soñó y vio como los chivos levantaban la copa de la Quinta Luna.
PUNTO FINAL. Sólo que, para ser campeón, hay que ganar.
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