viernes, 11 de mayo de 2007

¿Cuánto cuesta un espacio de poder público?

Columna del sábado 12 de mayo de 2007

César Pérez Méndez
cperez@elquetzalteco.com.gt
VERITAS

Últimamente se habla de los inversionistas o financistas de los candidatos a cargos de elección popular, nada nuevo, porque esto ocurre cada cuatro años, sin embargo, lo que llama la atención son las cifras que ahora manejan.
Todo tiene un precio, aunque no es el punto que realmente debería inquietar a la población, porque al final de cuentas, todo se maneja silenciosamente; lo que sí debería preocuparnos, es lo que persiguen estos “amables” financistas, es decir, sus obscuros intereses.
Al pensar en toda esta danza de billetes, en la iniciada campaña electoral 2007, es conveniente plantear unas preguntas: ¿Alguien va dar dinero a un candidato, para su campaña, sin ningún interés?, ¿Si alguien pone de su bolsa, no pensará que al ganar su candidato tiene el derecho a realizar “los negocios” que considere para recuperar y tener ganancias de lo investido?, ¿Será que los financistas dan su contribución, pensando en el bienestar de la población?, ¿Será que los candidatos piensan que no adquieren compromiso al recibir el dinero?, ¡Qué tal!
A las respuestas de las interrogantes hay que prestarles atención, porque nadie llega al poder, a la silla codiciada, sin haber invertido suficiente dinero; vemos que hasta para ocupar un cargo de concejal de una municipalidad de segunda, como la de Quetzaltenango, puede costar Q70 mil y que una alcaldía en la misma línea requiere que el candidato disponga de unos Q500 mil. Ese mismo medio millón de quetzales necesita un aspirante al Congreso, si es que quiere figurar en las primeras casillas, mientras que aspirar a la Presidencia, según los matemáticos, cuesta por lo menos Q25 millones. Y como todo lo mueve el dinero, es claro que si los candidatos no tienen esas sumas, es mejor que se dediquen a otras cosas, menos a competir por la guayaba.
El problema es que, generalmente, esos aspirantes no tienen esas fuertes cantidades de quetzales, como dinero propio, para ponerlo a disposición de los partidos o para destinarlo a su propaganda, sino que la mayoría de veces, lo aporta uno o varios financistas.
Lo que nos está queriendo decir este panorama es que llegar al poder, verdaderamente cuenta, requiere disposición de recursos financieros, más que buenos deseos y planes, porque los que se sustentan únicamente en lo segundo, ahí siguen y seguirán, ocupando los últimos lugares en las elecciones.

PUNTO FINAL. Es innegable, los candidatos necesitan dinero, por ello, la obligación es presentar públicamente a sus financistas; porque de las colectas que unos hacen, ni para los chicles.