viernes, 15 de agosto de 2008

Sin senos sí hay paraíso

Columna del sábado 16 de agosto

Los hombres también miramos telenovelas, claro, para mi gusto, las atípicas, porque resultan aburridas las historias donde dos se disputan un amor; donde se pelean por la princesa, o donde el pobre se enamora de la rica… Qué aburrido, si el FIN se sabe que llegará cuando arriben al altar.
Vale la pena ver algo distinto, y de eso se encarga Telemundo que, sin discusión, sorprende a su auditorio, no sólo por sus espectaculares actrices, sino porque se salen de lo tradicional y monótono que ha trasmitido durante décadas la televisión mexicana.
Pues bueno, “Sin senos no hay paraíso”, es una de esas producciones que ha cautivado a millones de espectadores en Latinoamérica; actualmente se transmite de lunes a viernes, a las 20 horas. Sólo el nombre de la telenovela la sitúa en el huracán de la polémica, porque se trata de una mezcla de prostitución y narcotráfico, con un toque de cirugía plástica.
Catalina, Cata o Cática, la protagonista, es una niña bonita, ingenua, pero muy ambiciosa; ahí comienza todo. El único inconveniente: es “plana” y a los narcos les gustan pechugonas (es una producción colombiana-mexicana). Con tal de agradar a sus seguidores, ya se operó para aumentarse los senos. Ahora que va en busca de su paraíso, no se sabe cómo terminará…
Para nosotros puede ser una historia más, ¿realidad o ficción? Pero para los colombianos, porque hablé con unas periodistas de ese país suramericano y, agárrese por lo que le voy a contar: Dicen que es una aberración, pero que desgraciadamente esa telenovela es la pura verdad. “Si hasta los eventos de belleza son un cultivo de muchachas para los narcos”, dicen.
Así es que no están exagerando, porque el poder del narcotráfico en ese país lo controla todo, hasta los cuerpos de las patojas que añoran aumentar sus tallas para conseguir dinero fácil. Y tampoco es falso que a más de una, en lugar de meterles siliconas, les hayan implantado cocaína para enviarlas a otros países, como México y Estados Unidos.
Y para ratificar que esto es totalmente cierto, el Estado colombiano, en sus hospitales públicos, ha implementado Unidades de Cirugía Plástica; de entrada diríamos que está mal, pero no, porque les sale más barato operarles ahí, que atender malas cirugías practicadas por falsos cirujanos, como frecuentemente ocurre.
Como esta telenovela ha causado tanto daño, porque muchas se han dedicado a imitarla, ya están escribiendo la otra cara de la moneda: “Sin senos sí hay paraíso”; porque quién dice que no son bellas las escasas de pechuga.

PUNTO FINAL. La opinión de las personas con quienes conversé es que Colombia, ante su cruda realidad, debería legalizar la droga, pero controlarla o prevenir su consumo.

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