sábado, 4 de octubre de 2008

La reivindicación del municipalismo

Columna del sábado 4 de octubre de 2008

César Pérez Méndez
cperez@elquetzalteco.com.gt
VERITAS

Esta semana debe quedar registrada como histórica para los gobiernos locales, especialmente para la región VI del país, nuestra zona. No había ocurrido, en la historia reciente, que un presidente de la República se tomara el tiempo necesario para escuchar, dialogar y negociar con los alcaldes.
Que yo recuerde, ni Arzú, menos Portillo, ni el mismo Berger, les habían prestado atención a los jefes ediles, como el actual mandamás.
El lunes reciente, Álvaro Colom debió cancelar todo lo que tenía en agenda para reunirse con 12 alcaldes de la región, entre ellos, dos de Quetzaltenango, para escuchar sus razones en la oposición a la implementación del Registro Nacional de las Personas, RENAP.
Muy bien el presidente pudo desatenderlos, porque no tenía sentido oponerse, a esas alturas, a una ley que lleva tres años de vida y que sería implementada al día siguiente. Como abortar a un niño nacido, imposible y hasta con nombre y apellidos. La ley del RENAP no es nueva, aprobada en 2005; lo reciente es el rechazo que ha recibido de parte de la población y sus alcaldes, principalmente de Quetzaltenango, Totonicapán, Huehuetenango, Sololá y Chimaltenango.
Colom, al sentarse con los gobernantes locales no es que sea del todo amable, sino que supo que la región estaba afectando su gobernabilidad, con tanto bloqueo de carreteras para exigir la derogación del Decreto 90-2005 que viene a sepultar la tradicional cédula de vecindad y la sustituye por el Documento Personal de Identificación, DPI. Y como dicen que la gente es incontrolable, había que escuchar a sus líderes, es decir, a los alcaldes.
Finalmente no pasó nada, porque era técnica y legalmente imposible de parar el RENAP que tiene vigencia en el país, desde el miércoles reciente. Lo que se consiguió en esa reunión, que inició a las ocho de la mañana y que se extendió hasta las cuatro de la tarde, fue un acuerdo político que, jamás va suprimir la citada ley, pero que sí podría hacerle modificaciones.
A todo esto, podríamos decir que no se logró mucho, si no es que nada. Para qué tanto obstruir carrereas, si no se consiguió más que instalar una mesa de diálogo; pero no, aquí hay una ganancia importante: se mandó un mensaje de regionalización y que los alcaldes, no sólo marcaron su territorio, sino que retomaron la lucha por la autonomía municipal.
Esta región, la occidental, suma 120 jefes ediles que, si logran unirse, no sólo harían la fuerza, sino que podrían crear leyes propias, algo imposible con el actual sistema, pero no lejos de viabilizar.
De esa cuenta, la gestión de los gobiernos locales no debe concebirse como algo de forma, sino de fondo.

PUNTO FINAL. El municipalismo busca redefinir la acción política rescatando la participación local. La tarea es ardua.

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