viernes, 19 de septiembre de 2008

Cómo está su ánimo, respóndase

Columna del sábado 20 de septiembre de 2008

César Pérez Méndez
cperez@elquetzalteco.com.gt
VERITAS

Aunque no lo crea, de eso depende todo; no de si tiene trabajo, dinero o con quién compartir las sábanas.
Entendamos el ánimo como la situación afectiva o emocional de cualquier persona. Simplificado, es cómo se siente, ahora mismo.
Platicando con un amigo, me preguntó eso: “cómo estás”. De ahí se desprenden estas ideas que hoy comparto con usted y ejemplifico.
Fíjese, para que esto sea más creíble, haga el ejercicio que yo realice; le pregunté a 10 personas lo mismo, que cómo estaban. La respuesta de la mayoría, siete, fue: “ahí pasándola”, qué quiere decir eso, ni bien ni mal; puros zombies, medio muertos o muertos vivientes.
Dos más dijeron “mal”, uno de ellos, atribuyéndole su estado de ánimo al clima; “mira, hasta está lloviendo y hoy que quería ir a la feria”. Sólo uno, me dijo, hasta sonriente: “puro calidad, aunque sin fichas, ahí está la feria para distraerse” –que de hecho, termina mañana-. Mire ese contraste.
Y si le pregunto lo mismo, qué me diría: bien, pasándola, más o menos; ahí, dos que tres; jalando la carreta, no hay de otra, y tantas cosas más.
Ahora bien, de qué dependen todas esas diferencias en el valor, el empuje o la energía de cada uno, pues de nada material, porque en las chozas también hay felicidad. Entonces, todo está en su mente, en cómo piensa de sí mismo y de los demás. Aunque, como dijera un maestro, es natural que nuestro ánimo decaiga, pero debe haber la capacidad, es decir, la voluntad para reponerse inmediatamente y seguir adelante en el privilegio de vivir.
Le puedo parecer un poco fuera de foto y hasta loco, pero le hablo de esto porque está por terminar el tercer trimestre del año; se viene la recta final del 2008, donde usted necesita de un buen ánimo para cumplir las metas que se propuso nueve meses atrás; si a estas alturas le parecen imposible de cumplir, será como lo piensa.
Dice un escrito que “las creencias son la brújula, los mapas que nos guían hacia nuestros objetivos y nos inspiran la confianza en que sabremos alcanzarlos. A falta de estos, los seres humanos llegan a verse totalmente desamparados, como naves sin motor ni timón. En cambio, con creencias firmes, que sirvan de guía, uno se ve capaz de emprender la acción y de dar forma al mundo en que desea vivir”. Y qué son las creencias: son planteamientos preformados y preorganizados de lo que somos capaces de hacer.

PUNTO FINAL. Esta es la opinión número 100 de mi segunda época como columnista de este periódico. Muchas gracias a quienes me siguen y a quienes me leen aún sin compartir mis ideas.

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