viernes, 8 de junio de 2007

No es para espantarse

Columna del sábado 9 de junio de 2007

César Pérez Méndez
cperez@elquetzalteco.com.gt
VERITAS

Aclarando que no es que pesa más mi despreocupación frente a la realidad, pero siendo frío y, tal vez, un poco más realista, considero que los hechos violentos ocurridos en Quetzaltenango, en los últimos días, no son para aterrarse, sino para tomar precauciones, nada más.
Escuché decir, recientemente, a un líder religioso algo que no puede ser más claro: “yo confió en Dios, pero dejo bien cerrada la puerta de mi casa”. Qué nos está queriendo decir, sencillo: la precaución puede ser, o mejor dicho, es la brecha entre el bien y el mal. No en vano dicen que hombre (sin excluir a la mujer) precavido vale por dos.
Primero fueron las bombas enviadas al alcalde y concejales, luego el asesinato de un médico y su esposa, y para terminar el triángulo, balearon a un comerciante, conocido por denunciar anomalías en los mercados.
Como si el propio Satanás anduviera suelto, dice una señora, pues en pocas horas cometió la serie de fechorías; pero nada de eso, porque cada hecho, a mi entender, es independiente y con causales particulares.
Nadie contradice que Xela no es la de antes, para comenzar porque hay más gente y, en consecuencia, mayores problemas. Es natural que una ciudad en crecimiento vaya tener aumento en hechos violentos. De esa cuenta, es necesario tomar precauciones, aunque por lo visto nadie las toma, ni en lo individual, menos en lo colectivo.
Hagamos la revisión. Comencemos con los explosivos, por supuesto que el jefe edil Jorge Barrientos, el concejal Aníbal Herrera y el síndico Carlos Prado, debieron sentir miedo; aunque los autores sabían que no pasaría nada, era eso, sólo una amenaza. Otra historia hubiera sido, la cual ni me la quiero imaginar, si hubieran lanzado las bombas. Por ello, quienes amenazan son los perdedores, porque obligan tomar precauciones, las cuales seguramente ya tomaron las autoridades citadas.
Mientras que en el lamentable crimen del doctor Eduardo Molina Fuentes y su esposa Pamela Osborne de Molina, es más complejo, pero igual de reflexivo, porque no cabe duda que no es recomendable que vivan solos esposos mayores de 70 años, por varias razones, en este caso, por indefensos. Muy aparte del móvil, que averiguarlo es tarea de otros, este trágico hecho ha de obligar a muchas parejas, a por lo menos, “cerrar bien las puertas”, como dice el religioso al que hago referencia.
Y, el que si debió espantarse fue el comerciante César Aníbal Rojas Coyoy, porque es evidente que no era una amenaza, sino buscaban matarlo. No sólo deberá dar gracias a Dios porque está vivo, sino tomar sus precauciones de ahora en adelante.

PUNTO FINAL. Precavido, creo, no es dejar de hacer las cosas, sino pensar antes de actuar.