viernes, 6 de julio de 2007

Corrupción es corrupción

Columna del sábado 7 de julio de 2007

César Pérez Méndez
cperez@elquetzalteco.com.gt
VERITAS

Como ante Dios no hay pecados pequeños ni grandes, pecado es pecado; ante su justicia, igual se condena quien asesina, roba o lanza una que otra mentira. Está en los mandamientos: “no matarás, no robarás y no dirás falso testimonio”, (Éxodo 20).
Igual pasa con la corrupción, tan corrupto es el que amasa millones como el que se beneficia en mínimo, recibe dádivas o “favores”; de eso les quiero contar dos ejemplos, uno me tocó presenciarlo y el otro me lo contaron con detalles.
El primer caso da coraje, pero más que eso, genera indignación e incomodidad, porque tiene que ver con mi profesión; no lo puedo callar porque sé que el silencio es sinónimo de complicidad. Desde hace rato he sabido que algunos políticos locales benefician y compran con migajas a los reporteros de los medios de comunicación, aclarando que no todos, porque también hay honorables y respetables periodistas.
Hace unos días me encontraba en uno de los restaurantes de la ciudad, cuando de repente ingresó un grupo de políticos acompañados de sus seguidores, todos con la playera del mismo color, sólo uno se salía del cuadro, se trataba de un reportero que los acompañó a almorzar.
El hecho de compartir la mesa significa que el reportero estaba comprometido, si no a favorecer, por lo menos a no cuestionar cualquier detalle del mitin al que había asistido momentos antes. Yo no me aparto de sentarme con un político, es parte del trabajo, pero no más de un café, y cuando es así, si el que paga no soy yo, la factura es del medio que represento.
La compra de voluntades puede ser tan simple como invitar a un almuerzo o pagando, como sea, es corrupción, y lo peor, más allá de perjudicar al medio, se pierde la objetividad, una de las exigencias primarias en el periodismo.
Y en el segundo hecho, una quejosa en el Ministerio de Trabajo, para tener a la oficial de su lado y agilizar sus trámites, le llevó un pastel especial que gustosamente recibió la burócrata. ¡Qué tal!, no era un pastelucho, sino una exquisitez de una panadería de primera línea. Ni que fuera su cumpleaños, ni a su mamá; entonces, ¿de qué se trata?: de corrupción, porque es una acción inmoral que persigue un beneficio.
La corrupción más que un robo, es un vicio, un abuso y una mala costumbre que está en todos lados; no la permitamos ni consintamos.

PUNTO FINAL. La corrupción puede ser el principal obstáculo para el desarrollo económico, social y político.