viernes, 9 de noviembre de 2007

No sea chillón, el verdadero frío lo sufren otros

Columna del sábado 10 de noviembre de 2007

César Pérez Méndez
cperez@elquetzalteco.com.gt
VERITAS

Hace exactamente 20 años, no es que me recuerde, sino que al consultar los archivos encontramos esa información, se vivió una de las épocas más frías en la región occidental del país. Los registros apuntan que ese año, 1987, en la ciudad de Quetzaltenango la temperatura descendió hasta los 11.2 grados bajo cero. Condiciones similares se volvieron a vivir hace cinco años, 2002, cuando los termómetros marcaron 12 grados bajo cero.
Este año no será la excepción, ya se siente que las olas gélidas serán severas y los pronósticos de los expertos puntean que las bajas temperaturas se extenderán hasta marzo de 2008. Estonces, no sólo se han adelantado los días fríos, sino que se prologarán, lo cual no es nada normal.
Pero bueno, seguramente, usted como yo, ya escuchó a la gente que se queja del frío, rebuzna y hasta reclama. Simplemente son unos chillones (sin excluirnos: yo que lo escribo y usted que lee). Ahora le digo por qué. Porque anteanoche vi de cerca a los que en serio, en cuerpo y alma, hasta los huesos, sienten, sufren y deben soportar el frío, si es que quieren seguir sobreviviendo.
Son todos esos indigentes, hombres, mujeres, viejitos y niños que, noche a noche pernoctan en las calles de la ciudad altense, en los alrededores del mercado La Democracia, atrás de la ENCO, zona tres; en las gradas del mercado El Centro, Parque Central y atrás del Palacio de Piedra, en la zona central.
Son muchos, decenas, que no tienen a dónde ir. Muchos han perdido el propósito de vivir; “sólo esperamos que amanezca”, dijo uno de los favorecidos con la campaña “Cobijas de Amor”.
Junto a los compañeros de elQuetzalteco repartimos los donativos que han llevado anunciantes y lectores, a quienes sólo agradecemos porque la recompensa es de Dios.
Estas vidas desamparadas ya ni hablan, o porque se les congeló la lengua o porque tuvieron que recurrir al pegamento para no sentir el gélido ataque.
Por eso, no se queje del frío, mejor dé gracias porque tiene casa y abrigo, porque se puede tomar un buen café o chocolate y porque puede dar o recibir calorcito.
Y si quiere ser más que agradecido, vaya, lleve el suéter o poncho que ya no usa o compre uno y dónelo, o si quiere, nosotros lo llevamos por usted.

PUNTO FINAL. Ante el frío podemos hacer algo más que abrigarnos, contaminar menos, porque de la mano del hombre dependen en gran medida las variables drásticas en el clima, como el frío. El calentamiento global lo explica.