sábado, 28 de julio de 2012

Indiferencia

Columna publicada en elQuetzalteco, el sábado 28 de julio de 2012

Por César Pérez Méndez
D-Frente

La palabra con la que encabezo esta columna es un intermedio entre el aprecio y el desprecio.
Dicho de otro modo, la indiferencia está relacionada con la apatía, toda aquella falta de emoción, motivación o entusiasmo por los hechos, acontecimientos e ideas.
Y yo veo mucho de esto, en todos lados, en nuestro medio, en nuestra comunidad, en nuestra ciudad, en nuestro departamento y en nuestro país. 
La indiferencia nos está debilitando, desgastando y acabando como sociedad. ¿Saben por qué? Porque también es sinónimo de pasividad.
La indiferencia es terrible, porque domina, como dijera la canción de Silvestre Dangond: La indiferencia pareciera no ser nada, pero silenciosamente mina y destruye.
Indiferencia a qué cosas o situaciones, hay muchas, pero me referiré a un par de ejemplos coyunturales. 
A la población pareciera que nos vale un cacahuate la propuesta de reforma a la Constitución Política de la República de Guatemala. Nos quedamos apenas en el dilema de si o del no. 
Ni a favor ni en contra. La reforma no huele ni apesta para la mayoría de guatemaltecos. Se escucha que quieren hacerle cambios a la Carta Magna, pero nada más. Eso es indiferencia. 
Nos tienen que decir por qué y para qué van los cambios, pero con respuestas claras de las autoridades que las impulsan. Y los que se oponen, que digan qué le ven de malo, no sólo por ser una iniciativa de otra corriente.
Exijamos que se confiesen antes de pedir el aval del Congreso.
Otro ejemplo de indiferencia, estos días, cuando unos 500 hombres y mujeres, principalmente del área rural, vinieron a las calles y zanjones de Xela para limpiarlos y desfogarlos a cambio de alimentos. Nadie vino a la fuerza más que por necesidad. 
La mayoría viendo como si nada, nadie dijo, llevémosle al menos agua o algo de comer, porque están haciendo algo que a lo mejor usted y yo jamás haríamos. Hagamos algo cada vez que esté a nuestro alcance o, al menos, pronunciémonos. El silencio también es expresión de indiferencia. 
PUNTO FINAL. El cambio no es colectivo, comienza con lo individual.