miércoles, 20 de octubre de 2010

Revolución del 20 de 0ctubre, no mucho o casi nada que celebrar

En un día como hoy, hace 66 años, acontecía en el país un hecho que marcó la historia: la Revolución del 20 de Octubre. Fue una gesta sin precedentes y no ha vuelto a suceder algo similar. Fue oportuna, por aquella represión que tenía ahogada a la población en la pobreza; aunque si vemos ahora, esa realidad sólo se ha modificado y ampliado, porque la población sigue estando reprimida, y ya no sólo es la pobreza, sino tantos otros males, como la violencia.
Más que celebrar, queda recordar aquella Revolución. En seguida, una síntesis de la reseña de Edmundo Vásquez Martínez de dominio publico, realizada por Edgar del Cid.
Con la renuncia del dictador Jorge Ubico, se derogaron las leyes que mantenían en la Edad Media al país y en un absurdo liberalismo que protegía a la oligarquía nacional y a los amigos y allegados del «señor presidente». Al resto de la población lo ahogaban las sombras de la explotación, la miseria, la insalubridad, la ignorancia y el terror policiaco. El sucesor (un anciano general de oscuro nombre, orate y sanguinario) quiso apropiarse del poder pero la Revolución de Octubre cortó de raíz sus ambiciones y lo envió al exilio, acompañado de otros militares de oscuras intenciones. Fue así como la revolución echó por tierra las murallas que el periodo dictatorial habían levantado y se aprobó una nueva Carta Magna.
En 1944 vivió Guatemala una de las épocas más grandes de la historia moderna. La caída de Jorge Ubico fue producto de una toma de conciencia que tenía su raíz en la lucha ideológica provocada por la Segunda Guerra Mundial. La Guerra que se vivía en Guatemala a través de los medios de propaganda de los aliados y que eran escuchadas a través de las emisiones de la BBC de Londres, la Voz de la Víctor de San José de Costa Rica y las noticias de la XEW que transmitían, eran todas orientadas a favor de las democracias. Luego de que Ubico dejara el poder y fuera sustituido por Federico Ponce Vaides, después del triunvirato militar que tomo el poder a la renuncia de Ubico, se convocó a elecciones, se inició un resurgir de las inquietudes políticas y principiaron una serie de organizaciones y movimientos. El Partido Liberal Progresista que había sido el sostén de Ubico levantó la bandera del continuismo con la candidatura del propio Ponce Vaides. Adrián Recinos fue candidato de un sector conservador y Juan José Arévalo, un pedagogo dedicado a la docencia universitaria en la Argentina, surgido de la inspiración de Juan José Orozco Posadas como candidato, prendió en la mente y la voluntad de los maestros, los universitarios y los estudiantes de secundaria.
Se utilizaron los recursos del Gobierno para la propaganda poncista y se pretendía llegar a una imposición como las que habían caracterizado las reelecciones de Ubico (hubo una época en que nadie se atrevía a estar en contra del gran general por lo que su continuidad en el poder se basó en el miedo y la represión). En todos los departamentos se organizaron los ciudadanos en diversos grupos cívicos y la tendencia a la renovación política era notoria.
Frente al continuismo se alzó como fuerza mayoritaria la del Arevalismo, el Frente Popular Libertador representó la juventud y la voluntad de renovación. El Ejército que había sido manejado a través de viejos generales recibió la influencia de las nuevas corrientes de pensamiento y dio cobijo a actitudes afines a la democratización del país. Así, los oficiales jóvenes dieron cabe a que se produjera el alzamiento del 20 de octubre de 1944, frente al cual estuvieron el mayor Francisco Javier Arana, el capitán Jacobo Árbenz Guzmán y el civil Jorge Toriello Garrido. Una docena de estudiantes entraron a la Guardia de Honor y luego de una lucha con las guarniciones que se mantuvieron del lado del Gobierno, Ponce renunció y lo sustituyó la Junta Revolucionaria de Gobierno integrada por las tres personas antes mencionadas. Se mantuvo la fecha de las elecciones, se convocó a una asamblea constituyente y se iniciaron las reformas institucionales que dieron su carácter a lo que se llamó la Revolución de Octubre. Lugar importante tuvo la autonomía de la Universidad de San Carlos y su reorganización, así como el Código de Trabajo y el IGSS.
Arévalo llegó al país a mediados de septiembre de 1944 y galvanizó el entusiasmo colectivo, de tal manera que arrolladoramente triunfó en las elecciones de diciembre, la Constituyente elaboró en un par de meses la Constitución de 1945 y así el primero de marzo de 1945 entró en vigor, Arévalo tomó posesión de la Presidencia y se inició el período de realizaciones y esperanzas que permitieron al país salir de las sombras de la dictadura para entrar a la luminosidad de la democracia que servía de ejemplo en Hispanoamérica. Arévalo puso énfasis en la educación y en la construcción de escuelas.
La serie de reformas logradas en la revolución no era del agrado del gobierno de Estados Unidos, ya que varias compañías norteamericanas, como la United Fruit Company, fueron despojadas de muchos de sus bienes en base a una reforma agraria cuyo objetivo primordial fue que la tierra estuviera distribuida de una forma justa y equitativa, pensando principalmente en el campesinado guatemalteco por encima de los intereses imperialistas del país norteño, debido a esto, esta época de avances y logros llego a su final rápidamente en una contrarrevolución respaldada por las agencias de inteligencia norteamericanas, tanto logística como financieramente, después de lo cual el país nunca logro llegar a desarrollarse, ni política o económicamente.

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